Llamativo resulta si paseamos por Cádiz, encontrar entre las calles del casco antiguo la que se rotula “Garaicoechea”, en la que se inscribe un arco con la misma denominación. Para explicar dicho término, nos tendríamos que remontar a aquellos momentos de la Edad Moderna, en los cuales Cádiz fue ciudad floreciente al amparo del comercio indiano. Hecho que la configuró como crisol de lenguas, costumbres y cultura, al ser foco de atracción para las más diversas nacionalidades: flamencos, armenios, franceses,  genoveses, cántabros, portugueses, vascos, santanderinos, navarros, etc.

 

Para el caso que nos ocupa los indicios más fiables apuntan a que D. Pedro Garaycoechea, se estableció en la comarca en la segunda mitad del siglo XVII; éste tenía un hermano de nombre Juan, quien ostentó el cargo de Almirante de la Flota que hacía la ruta de Manila a Acapulco. Pedro era natural de la Villa de Lesaca en los Reinos de Navarra, al igual que su esposa Feliciana de la Passión y Ursúa, que lo era del “lugar de Benzalabaya en el Valle de Bastan”. Señora que al quedar viuda, tomó hábito como religiosa profesa de velo negro en el Convento del Espíritu Santo de la Orden de Santo Domingo en Jerez de la Frontera. Es presumible que este primer núcleo familiar se asentara en la Villa de Puerto Real, donde nació su hijo Pedro Garaycoechea de Ursúa.

Éste va a configurar la segunda generación en la zona del clan familiar, y en 1735 casó en primeras nupcias con Catalina Mogaguren. La primera parte de su vida se desarrolló en el Caribe tomando como base la ciudad de la Habana, donde desempeñó el oficio de vigilancia de las costas en tiempos de guerra con patente de corso. Así se documenta en 1744, cuando es comandante del  paquebot “El diligente”, y apresa al pingue holandés “El amable” en el río Valis. En 1745 es capitán de la fragata “Nuestra Señora del Carmen” o “Galga americana”, y toma el paquebot  ingles “El Trial”. En 1749, con el mismo barco, reduce a la fragata inglesa “El Ave María”; al igual que en 1750 lo hace con la balandra de la misma nacionalidad “Wantar”.

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Por este procedimiento, y como era lo usual, pasaría a la Real Armada con el oficio de Teniente de Navío, como consta en 1766, cuando ya se dice vecino de Cádiz. Casó en segundas nupcias con Dña. Micaela Herrera Dávila con quien tuvo tres hijos: Rafael (presbítero +11/07/1828), José (+02/01/1834) militar y vocal de la Junta de Armamento en la Defensa de Cádiz, y varias veces regidor, y Feliciana (+25/08/1834). Personas que participaron muy activamente en el sitio de Cádiz, e hicieron grandes aportaciones para su defensa.

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Parece que fue el primer Pedro Garaycoechea comentado quien adquirió, junto al Convento de Nuestra Señora de los Ángeles, (franciscanos descalzos) unas casas en 1675, y en el mismo solar, su hijo Garaycoechea Úrsua reedificó la que actualmente se levanta, que según costa en el tramo superior de la escalera, “se hizo año 1765”. Éste tuvo que respetar la servidumbre de paso de la calle, y se vio obligado a abrir un paso o arco en la planta baja, que por ello tomó el nombre de la casa; al igual que lo hizo la calle que la limita por el lado occidental. Dicho edificio aparece en las particiones en el “Callejón de los Descalzos”; por su solidez ha escapado a las preocupantes corrientes “restauradoras”, y conserva todo su encanto original sin grandes transformaciones (suelos de losas de Tarifa,  patio con doble brocal, portajes) y toda la caja de escaleras de lacerías de tradición mudéjar, con hornacinas, columnas y arcos polilobulados.

Todo un lujo para los sentidos, sobre todo hacia las doce del día, cuando la luz invade aquel espacio.

Cádiz 18 de marzo de 2014.

 Juan Antonio Fierro Cubiella

Su Blog: Bitácora de Juan Antonio Fierro Cubiella

Obra bajo licencia Creative Commons

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