Son los “últimos mohicanos» en el gremio de los almaceneros o propietarios de ultramarinos, tiendas históricas de la ciudad de Cádiz que, desgraciadamente, se han ido perdiendo y que tienen visos de extinguirse cuando se jubilen los que aún siguen resistiendo.

 

Hace unos meses escribía nuestro buen amigo José Berasaluce un precioso artículo sobre uno de los últimos reductos de aquella oleada de montañeses que trajeron a Cádiz ese modelo de comercio conocido como ultramarinos o almacén. Se trataba del existente en la calle Sopranis de Cádiz, local que visitamos habitualmente.

Los ultramarinos y los chicucos han formado parte importante del paisaje de Cádiz durante más de un siglo. Hoy en día se pueden contar con los dedos de la mano, pero su ambiente es inigualable. Casi todos disponen de una pequeña barra de bar, alrededor de la cual beben y charlan los parroquianos de la zona. Son lugares excelsos para un buen txikiteo.

Decía Berasaluce en su artículo: “Los ultramarinos son unos auténticos supervivientes de este proceso de gentrificación a la gaditana. Sobreviven y, a su vez, fomentan y mantienen la identidad, el estilo de vida. Prácticamente han sido vencidos desde que los chinos llegaron a Cádiz hace más de una década y corren aún más peligro con los chillones carrefures”.

Junto al existente en la calle Sopranis, nosotros visitamos en nuestras rondas el antiguo almacén de la calle Lubet 8, en el popular barrio de La Viña: “Los Claveles. Comestibles y Vinos”. Y desde allí os enviamos nuestra POSTAL.

A pesar de haber sido vencida, Cádiz invita a zarpar pero no a huir de esta despoblada y, sin embargo, amable ciudad. No tenemos prosperidad, no vemos futuro, pero nos quedan un puñado de ultramarinos.

Foto de Arantza González

Antxon Urrestarazu

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