El Campobuche o Guadares es uno de los ríos con más encanto de la provincia de Cádiz. Su curso es mágico y misterioso, y está acompañado de un buen número de atractivos paisajísticos. La laguna o represa formada antes de su entrada en la provincia malagueña es todo un remanso de paz y belleza.

El río Campobuche, también conocido como Gaduares o Guadares, nace en la localidad serrana de Villaluenga del Rosario y vierte sus aguas en el río Guadiaro, que a su vez desemboca en la localidad gaditana de San Roque, en el Mediterráneo. Su curso es fascinante.

La ruta comienza en el Tambor del Llano, en la margen izquierda del río, una bonita campa salpicada de alcornoques y encinas, a la que accedemos desde la popular Venta- mesón los Alamillos, muy cerca de la localidad de Grazalema. En estos llanos se encuentra uno de los árboles más singulares de la provincia de Cádiz. Se trata del «Chaparro de las Ánimas«, un enorme y majestuoso alcornoque de 5,20 m de perímetro. Dice la leyenda que con el corcho que se extraía del árbol se pagaba el aceite de las lámparas de las iglesias de Grazalema.

En estos meses lluviosos, el pequeño arroyo se convierte en un río caudaloso que atraviesa poljes y dolinas y bosques de alcornoques y quejigos, forma bellas lagunas en dirección a la provincia malagueña, desaparece en la cueva del Hendidero, después del fallido intento de represarlo en el Embalse de Montejaque, y sale nuevamente con más caudal por la cueva del Gato, antes de incorporarse al río Guadiaro. Un recorrido mágico, en especial en primavera, cuando el esplendor de los ranúnculos acuáticos, las diversas aves y anfibios, y la posibilidad de un refrescante baño en la laguna, convierten la experiencia en fascinante.

La zona más atractiva del recorrido se encuentra entre dichos llanos y la laguna de Campobuche, una represa creada como parte de la obra de ingeniería del embalse de Montejaque, en la provincia de Málaga. Desde la laguna se puede seguir un carril que, separándose del río, llega hasta la citada localidad. En su recorrido encontramos un curioso puente al que no le faltan sus leyendas.

La riqueza y variedad morfo-geológica, vegetal y faunística hace el viaje mucho más interesante. Recias moles areniscas, quejigos y alcornoques de hermoso porte, bellos ranúnculos acuáticos que engalanan el curso del río, esbeltas garzas, y multiud de anfibios, entre ellos la ruidosa «Hyla meridionalis«, nos acompañan a lo largo del recorrido hasta la Laguna de Campobuche, un oasis de paz y silencio, donde no puede faltar un buen chapuzón.

Para realizar la ruta os recomendamos dos opciones:

a) una sencilla y muy bonita, apta para familias con niños, entre el Tambor del Llano y la Laguna de Campobuche, ida y vuelta, y unos 8 km en total.

b) una más larga y circular, que puede hacerse en sentido inverso a la anterior, comenzando en el Tambor del Llano, y recorriendo al final la Laguna de Campobuche. Cerca de 20 km.

Fotos de Arantza González y Jesús Oliden.
Antxón Urrestarazu Echániz
Obra bajo licencia Creative Commons