Es Bilbao una curiosa ciudad capaz de dedicar una amplia avenida al general que la sitió y bombardeó, Tomás de Zumalacárregui, y cicatera con algunos de sus hijos más ilustres. Este es, para mí,  el caso del que fuera Rector de la Universidad de Salamanca, ciudad en la que tiene Casa Museo,  Don Miguel de Unamuno, con el que la ciudad, tan contradictoria como el propio escritor,  mantiene una relación de amor-odio y del que el próximo 2014 se conmemorará el 150 aniversario de su nacimiento.

Si, como dice el dicho, los de Bilbao nacemos donde queremos, pues pudiendo hacerlo en otros lugares elegimos el Bocho,  lo cierto es que los de Bilbao-Bilbao nacemos en el Casco Viejo. Y así lo hizo el bueno de Don Miguel allí por 1864. Concretamente en el 16 de la calle de Ronda , calle cuyo trazado sigue el de uno de los paños de la muralla medieval de la villa y de ahí el nombre, y en el que, a falta de Casa Museo, una placa en la fachada recuerda el hecho al paseante. Sencillos que somos en la Villa. Años después nuestro Rector, alegría de la huerta como es bien sabido, escribiría  “Nací en lo más lúgubre y sombrío del sombrío Bilbao: en la calle de la Ronda […], en aquella calle amasada en humedad y sombras, donde la luz no entra, sino derritiéndose. Lo dicho, como para atraer turistas nos lo pone…

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Además de esta placa hay tres unamunos en el Casco Viejo a los que visitaremos en un breve recorrido:

Unamuno el estilita:

Muy cerca de su casa natal se encuentra una plaza llamada actualmente Unamuno y antes Brigadas de Navarra (que por las escaleras allí situadas descendieron para tomar Bilbao tras la batalla de Archanda en la última guerra civil) y antes de los Auxiliares (voluntarios que por allí ascendieron para defender exitosamente la villa en los sitios carlistas) y aún antes…

cabeza-de-unamuno-en-plaza-de-unamuno-de-bilbao  Pues bien, en esta Plaza de nombre cambiante según soplan los vientos políticos se encuentra desde 1984 un bronce representando la cabeza de Don Miguel sobre una columna corintia también de bronce y que, según muchos, más parece picota que monumento.

Esta cabeza que mira, cómo no, a las escaleras de la infancia del escritor, es un muy buen retrato obra del escultor Victorio Macho, que también presume de Casa Museo en Toledo, lugar donde, por cierto, se exhibe otra réplica del retrato, al igual que en la escalera de acceso al piso superior del Palacio Anaya en Salamanca. Así pues es el nuestro hombre de mucha cabeza, cosa que ya sabíamos y de muchas cabezas, según vamos descubriendo.

Lo cierto es que en Bilbao ni aún con ojo de águila se puede apreciar como merece la obra del escultor a las alturas a las que está situada.

Probablemente la altura se ideó para protegerla, que como ya hemos señalado, es personaje controvertido entre sus paisanos, lo que no evitó que el 7 de junio de 1999 y tras un acto político de Euskal Herritarrok desapareciera y no se volviera a saber nada de ella hasta que nueve meses después se encontrara en la Ría, en la Ría tenía que ser, dentro de una maleta y, por suerte, encajonada entre unas rocas que evitaron que fueran arrastrada al mar. No era la primera vez que se recuperaba de la ría, pues allí apareció también tras la toma de la ciudad por los franquistas en 1938.

Actualmente en la columna se exhibe una réplica adquirida por el Ayuntamiento para la ocasión, mientras que la original, posteriormente encontrada y que muestra las secuelas de la larga inmersión,  se encuentra en el despacho del actual alcalde, Iñaki Azkuna, unamuniano confeso.

Quizás más le hubiera valido alcanzar el mar y descansar para siempre allí, que es cabeza muy viajera, y ya antes de su descendimiento de la columna el franquismo la tuvo durante veinte años vagando por los sótanos del Ayuntamiento. Hay que ver lo que incomoda el personaje, depuesto y repuesto de su cátedra, nombrado hijo predilecto de la Villa en 1934 y olvidado y hasta vilipendiado después, desterrado en vida a Fuerteventura y en bronce a las profundidades de la Casa Consistorial y al fondo de la ría. Quizá esto último le hubiera gustado, que no es asunto baladí: ¡Desterrado nada menos que a la Ría de Bilbao!

Unamuno en escayola

Es éste un unamuno blanco como de enlucido y de nuevo únicamente luciendo cabeza, que parecen tener querencia los escultores por decapitar a nuestro hombre. Se encuentra en el rellano de la escalera de la Biblioteca de Bidebarrieta, situada en el nº 4 de la calle de su nombre. Este edificio albergó la sede de la sociedad liberal “El Sitio”, nombre que hace referencia a las guerras carlistas, y en la que nuestro pensador dio varias conferencias, como la pronunciada en 1908 y titulada “La conciencia liberal y española en Bilbao” (¡nada menos!) que levantó auténticas ampollas.

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Aquí su cabeza nos contempla no ya desde columna sino desde rellano pero igual de inalcanzable, ya que está protegida por estructura de metacrilato.   La pieza la firma el escultor Luis Larrinaga y,  realizada en  escayola,  sirvió al artista en 2005 como molde para hacer un vaciado del bronce instalado ese año en el barrio bilbaino de  Deusto. Así de aprovechados somos los bilbainos, que no tiramos nada y le sacamos partido a todo.

Unamuno en el palco

Aún deberemos abandonar el rellano y  continuar ascendiendo por esta escalera si queremos ver al tercer y por ahora último unamuno del Casco. Se trata de un muñecote que se encuentra en el Salón de Actos del primer piso, salón que al igual que el resto del edificio merece visita por sí mismo. Esta figura a tamaño natural presidió desde el escenario el simposio “Unamuno y los vascos del 98” celebrado en esta Biblioteca en  1998 y que ahora, instalado en el palco izquierdo nos observa con sorna, sentado y vestido de negro riguroso, espectador único en una grada de acceso prohibido a los visitantes y sonriendo quizás ante tanto trajín de cabezas.

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Más información:

Enrique Bernaola Casas

Obra bajo licencia Creative Commons

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