Las carreras caballos en la playa de Sanlúcar de Barrameda son la poesía del Turf, un acontecimiento festivo y popular y un acto social que se repite anualmente en plena temporada estival. Euskádiz nos hemos trasladado estos días a nuestra ciudad favorita para conocer a fondo este acontecimiento veraniego.

Nunca he sido un aficionado experto de las carreras de caballos, mis conocimientos del Turf son más bien justitos y nunca han ido mucho más allá de unas divertidas tardes de apuestas durante muchos años en el hipódromo de Lasarte-San Sebastián, apuestas que realizábamos bien asesorados por expertos “turferos” como mi tío Santiago Múgica y sus colegas, aunque con dudoso éxito. No obstante, pude disfrutar durante años de ese día grande de las carreras que es la Copa de Oro, que ya va por 45 ediciones, y aquella célebre monta inolvidable de Román Martín a Rheffíssimo en  1976.

carreras-sanlucar-euskadiz

carreras-sanlucar-euskadizPero las Carreras de Sanlúcar nada tienen que ver con los innumerables prismáticos y los sabios comentarios acerca de los orígenes de los pura sangre que corrían en Lasarte, ni esa exhibición de sombreros y pamelas de los derbies de Epsom o de Ascot, y mucho menos con ese gran espectáculo de obstáculos que anualmente vemos en TV que es el  Grand National. En Sanlúcar de Barrameda “un día en las carreras”, título de aquella delirante película de los hermanos Marx, es ante todo una fiesta, una fiesta eminentemente popular  aunque no exenta de una gran historia y tradición. Su origen se remonta a 1845 y se ha relacionado con las competiciones informales que llevaban a cabo los propietarios de equinos que transportaban el pescado desde la lonja. Su carácter popular y festivo convive con sus reminiscencias aristocráticas y no está exento de un marcado componente social, bien visible en los palcos del recinto de carreras.

El éxito de este gran espectáculo está propiciado en primer lugar por el escenario: “el único hipódromo del mundo cuyo calendario no lo establecen las convenciones del hombre sino las leyes misteriosas del mar”, “el hipódromo que surge del mar”, comenta un habitual  visitante como Fernando Savater. “El hipódromo efímero”, lo llama Sánchez Delage.  El paisaje no puede ser más evocador  y la ciudad, sin duda alguna  mi “ojito derecho” en la provincia gaditana, como ya habréis comprobado quienes leéis habitualmente nuestro blog (Sánlucar, otra vez y las que haga falta) es el marco ideal para una jornada veraniega; la ciudad de la “milla de oro”, la del “parque temático de la gastronomía”, como suele llamarla en ocasiones nuestro anfitrión de lujo, el Delegado de Turismo Antonio Reyes, un político de otra raza, la de los que aman y luchan por su tierra y están comprometidos con la misma. Quedan pocos. Está bien acompañado por Sergio, Charo y compañía.

La otra gran razón del éxito de este acontecimiento radica en su carácter popular: no es posible imaginarse un espectáculo tan peculiar si no es con la implicación y pasión con que el pueblo sanluqueño y sus miles de veraneantes viven y participan en el evento. El ambiente previo es asombroso: miles de personas que hacen un descanso en su jornada playera y se sitúan estratégicamente tras la valla que ordenadamente colocan los operarios y sus máquinas; cientos de niños con sus graciosas casetas de apuestas en competencia por lograr los premios del concurso municipal; quioscos motorizados que, a toque de campanilla, refrescan la calurosa jornada con sus helados y refrescos; desbordantes puestos ambulantes de chucherías y  frutos secos acompañados del griterío de sus dueños. Una marabunta placentera y anhelante.

Pero fue un día también de encuentro con paisanos norteños, con nuestra infatigable y buena reportera Cristina Mtz. Sacristán, una bilbaína a la que acompañará el hechizo gaditano mientras viva y que tan bien ha contado su experiencia en su blog “el tintero”; con Ignacio Sánchez, un azcoitiarra-gaditano dinámico y emprendedor con el que la conversación se convierte en un auténtico placer; y un poco más absorbido por los acontecimientos nos topamos con Mikel Urmeneta, autor del bonito cartel de la edición 2010,  invitado especial y declarado “Embajador”de las carreras, junto a otros personajes ilustres como el escritor Mendicutti o el torero Padilla, entre otros.

Para fin de fiesta nada mejor que un mágico atardecer con la postal del Guadalquivir y Doñana de fondo y una cata de vinos de Sanlúcar guiada por un maestro excepcional, el amigo Armando Guerra, que tiene en su taberna “der Guerrita” una de esas joyas tabernarias sanluqueñas de las que os he hablado en otras ocasiones y que no podéis dejar de visitar en la primera ocasión. Hay que volver a las Carreras de Sanlúcar de Barrameda, no podrá ser este año, pero volveremos, y en esa ocasión lo viviremos entre el bullicio de sus gentes y la poesía del Turf.

Antxón Urrestarazu.

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