Juan Antonio Olavarrieta, fraile franciscano nacido en la localidad bizkaina de Munguía en 1763 y muerto en la capital gaditana en 1822, un personaje de leyenda que mutó su identidad por la del médico José Joaquín de Clararrosa, masón, anticlerical y exaltado, cuyo entierro en Cádiz se convirtió en un auténtico espectáculo.

 

1. El personaje.

Cómo un fraile vasco llegó a convertirse en un miembro destacado de la facción de los liberales exaltados durante el Trienio Constitucional en Cádiz, tras un largo periplo por América y Portugal, parece más el núcleo de una novela de ficción salpicada de leyendas, que la biografía de un fraile franciscano nacido en Munguía en el siglo XVIII.

La localidad bizkaina de MunguíaEste excéntrico y controvertido personaje de leyenda, precursor del carlista cura Santa Cruz, aunque con tendencias políticas opuestas, ha recibido todo tipo de epítetos para intentar resumir una vida tan disparatada. Pasó de fraile a furibundo anticlerical; fué miembro de logias masónicas, periodista, escritor, médico y gran agitador social; mantuvo continuas diatribas y polémicas políticas y religiosas, y anduvo envuelto en múltiples querellas; cambió su identidad por la de José Joaquín de Clararrosa; fué perseguido por la Inquisición y huyó de las cárceles inquisitoriales; fundó el primer diario gaditano y vivió en Cádiz sus años más exitosos y polémicos, donde murió y fue objeto de uno de los entierros más novelescos que se conocen.

2. La biografía.

Todo en Olavarrieta-Clararrosa es dudoso y sujeto a polémica. Las fechas, los lugares o los nombres han sido siempre motivo de controversia. Olavarrieta habría nacido en Munguía (en los caseríos de Ormatzlaanda o Anzarposu en Munguía ) en 1763, aunque hay quien piensa que nació en Lekeitio. Era
hijo de Domingo Olavarrieta y Ana María Elorza y tomó los hábitos de la orden franciscana en el convento de Nuestra Señora de Aránzazu en Santander en 1776. En la década de 1790 se establece en Lima tras ejercer como capellán en los barcos de la Compañía de Filipinas, y en tierras americanas comenzó su actividad periodística y de escritor.

3. Primeras presencias en Cádiz.

Calle San Juan y Catedral de Cádiz.Fruto de sus múltiples viajes y de la travesía España-América, dieron comienzo sus primeros contactos con Cádiz. En 1795 se produce su primera estancia duradera, y de esa presencia hay que destacar que vivía en la calle San Juan; que inició las gestiones para la publicación de un „Diario gaditano, literario, comercial, político y económico“, que se publica desde el 1 de abril al 27 de mayo; y que comenzaron sus problemas con la Inquisición. Una serie de denuncias motivaron que el 14 de noviembre de 1797 se decretase su envío a la cárcel por „herético, ateísta, materialista, impío y blasfemo“y el embargo de sus bienes, aunque el encausado se encontraba ya en Guayaquil.

3. El cambio de identidad.

Su proceso de abandono de la religión católica toma cuerpo en su obra «El hombre y el bruto“, donde niega la existencia del alma y de dios, lo que le lleva en 1802 a las cárceles de la Inquisición mexicana por el contenido materialista de la obra. En 1803 se inicia un proceso formal de acusación, y se le declara “Hereje formal, Tolerante, Deísta, Materialista y Dogmatizante”. Consigue escapar de las garras de la Inquisición y comienza un nuevo periplo que incluye el cambio de nombre y estatus, por el que el fraile Juan Antonio Olavarrieta pasa a convertirse en el médico José Joaquín de Clararrosa. Aunque sus enemigos, e incluso su paisano Pío Baroja, vincularon su doble apellido a dos mancebas llamadas Clara y Rosa, lo cierto es que «el peculiar apellido escondía simplemente una alusión a dos de sus tres hermanas: Rosa, Clara y Anamari“ (Beatriz Sánchez Hita).

Pero Olavarrieta no sólo cambió su identidad, sino también de profesión. Ejerció como médico desde 1807 con su nuevo nombre en Lisboa y el Algarve portugués, donde se casaría con la portuguesa Maximiana Candía de Pesol con la que no tuvo descendencia.

4. Última presencia en Cádiz.

En 1820 reaparece Olavarrieta en Cádiz, en pleno Trienio Constirucional, y con la aureola de prófugo de la Inquisición. Retoma la publicación de un „Diario Gaditano de la libertad e independencia nacional“, que comenzó a publicarse el 15 de septiembre de ese año, y fue su director hasta su muerte años después.

Alameda de Apodaca. Cádiz.Fue gran protagonista de la situación política de la época, tomó partido por el grupo del liberalismo exaltado, frente a los liberales moderados de Javier Istúriz, y el Diario Gaditano se convirtió en el portavoz de su facción. Presumía de hablar en euskera con la numerosa comunidad de vascos en Cádiz. Fue declarado subversivo, lo que le condujo a prisión el 8 de enero de 1822, y allí murió el 28 de enero, dejando un testamento que dio lugar a uno de los entierros civiles más espectaculares:

«Ordeno y mando que mi cuerpo no lleve al sepulcro otra mortaja que la de mi vestido ordinario que consistirá en casaca, chaleco, calzón negro y bota cumplida llevando entre mis manos la Constitución de la Monarquía Española, prohibiendo como absolutamente prohíbo que se toquen campanas ni se hagan señales algunas por mi muerte por lo que encargo a todas las autoridades eclesiásticas y civiles hagan cumplir y guardar lo contenido en esta disposición haciéndola cumplir por si atentaren infringirla y por ser así mi voluntad «.

Sin embargo, una espectacular comitiva que partió desde la casa del difunto en la Alameda Apodaca, acompañada de músicos y un gran gentío, recorrió la ciudad convirtiendo el acto en una muestra de fuerza de sus correligionarios frente a la facción moderada de los Istúriz, a quienes hicieron responsables de su muerte, y a quienes lo hicieron saber deteniendo la comitiva frente a su casa en la actual Plaza de San Antonio.

Casa de los Istúriz y Plaza San Antonio de Cádiz.

Sus enemigos, en el diario La Voz de la Religión, escribieron:

«Aquí yace Olabarrieta/ fraile, clérigo, casado,/ apóstata, procesado,/ escritor a la violeta;/ Con pluma audaz e indiscreta/ Insultó a la religión,/ Deshonró a nuestra nación/ Y, a América revolviendo/ Todo lo anduvo royendo este maldito ratón«.

Fuentes:

«El entierro de un masón: José Joaquín de Clararrosa (1822)». Manuel Ravina Martín. Revista de Historia Contemporánea. Nº 1. 1982.

«Juan Antonio Olavarrieta/José Joaquín de Clararrosa: fraile, médico, periodista y agistador político». Beatriz Sánchez Hita. Estudios de Teoría Literaria. Revista digital, Año 3, Nro 5, 2014.

«Un fraile libertino en la América colonial: Juan Antonio de Olabarrieta y el círculo de Urbina en Guayaquil». Miguel Benítez. Cuadernos de Ilustración y Romanticismo. Nº 13.

Antxón Urrestarazu Echániz

Obra bajo licencia Creative Commons

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