La palabra alameda nos trae a la memoria el lugar tranquilo donde alguna vez nos hemos deleitado con el caminar pausado o la parada contemplativa, alternando las descubiertas al sol con su tamizado por la espesa floresta.

Esta evocación la podemos materializar recorriendo la Alameda gaditana, con el atractivo añadido de las vistas simultaneas del mar desde su espectacular balcón a la bahía. Un lugar con encanto que os mostramos desde Euskádiz para animaros a su pronta visita.

Los orígenes.

alameda-apodaca-euskadizEntre las Murallas de San Carlos y el Baluarte de la Candelaria se sitúa la alameda desde que en 1617 fue amurallado el gran talud por el que se accedía al mar, al que se denominaba Caletilla de Rota.

Las diversas transformaciones que a lo largo de los años se van acometiendo en este paseo lo van cambiando de fisonomía hasta quedar convertido en  jardín en el siglo XIX.

En el año 1856, a la que era conocida como La Alameda, se le agrega el apelativo de Apodaca en honor de Juan José Ruiz de Apodaca y Eliza, Capitán General y Director de la Armada, Virrey de Nueva España, Conde de Venadito y Vizconde de Ruiz de Apodaca. Nacido en Cádiz en 1754 en el seno de una familia de Cargadores a Indias, formada por el alavés Tomás Ruiz de Apodaca y López de Letona y la gaditana, de ascendencia vasca, Eusebia de Eliza Lasquetti.

alameda-apodaca-euskadizDurante  las primeras décadas del siglo XX se acentúan en Andalucía, fundamentalmente en ambientes intelectuales, reivindicaciones de autogobierno con la esperanza de liberar a la región del centralismo económico, social y cultural que tanto le perjudica, conociéndose este movimiento como regionalismo andaluz.

Al llegar a Sevilla por motivos profesionales el  ingeniero y paisajista francés Jean-Claude Forestier, considerado  padre del jardín moderno, queda imbuido por esa corriente de pensamiento y comienza a aplicar los principios del regionalismo al arte de la jardinería. Para ello, parte de la recuperación conceptual que poseían los jardines musulmanes, de manera que, retornando a los orígenes, crea un estilo contemporáneo que denominó jardín sevillano.

El arquitecto sevillano Juan Talavera y Heredia, continuador de Forestier en su concepción de jardín sevillano, al que aporta sus sentimientos y vivencias como andaluz, es llamado por el ayuntamiento de Cádiz para que realice el diseño de la zona ajardinada de la Alameda Apodaca, obra que concluye en 1927 y cuya configuración permanece en la actualidad.

La visita.

Llegado al punto donde comenzaremos la visita, es obligado parar, acodarse en la blanca balaustrada y deleitarse contemplando la bella bahía gaditana, donde en lontananza El mar. La mar… lame las tierras de El Puerto de Santa María, tierras que vieron nacer y a las que tantos años añoró el poeta Rafael Alberti; a su lado, Rota aparece como el último de los pueblos hermanos que acompañan a Cádiz en la bahía compartida y le evitan el vértigo de sentirse isla.

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Desde este punto, continuaremos nuestro camino siguiendo el discurrir del gran balcón. La vista de la majestuosa silueta del Baluarte de la Candelaria nos trae el recuerdo de otras fortalezas de similares características enclavadas allende los mares. Durante este paseo se repetirán las ocasiones en las que recordaremos a las muy queridas tierras latinoamericanas.

Nada más adentrarnos en el jardín de la Alameda Apodaca nos embarga la sensación de sosiego al deleitarnos con los contrastes luminosos, los perfumes o la variedad cromática de las flores, donde blancas celindas alternan con el rojo de las rosas de China o con el azul violáceo de las jacarandas.

Admiraremos cómo los setos de tuyas, aligustres, pitosporos y transparentes, pugnan por proteger a las más de sesenta especies vegetales que de manera aleatoria pueblan los arriates dispuestos en perfecta simetría. Disfrutaremos ante la presencia de la abundante y variada arboleda, donde las piramidales araucarias conviven con el sudamericano ombú  y con esa colosal pareja de ficus que, tras más de un siglo de contemplar el mar, cierto día se atrevieron a sobrevolarlo.

El arquetipo de jardín sevillano muestra sus señas de identidad en sus enseres decorativos: fuentes bajas de superpuestos polígonos con alegres azulejos policromados; elegantes pérgolas en forma de cruz que soportan, estoicas y coquetas, el peso de las abundantes buganvillas; rectos bancos de cerámicas vidriadas, algunos de ellos hermoseados con respaldos de hierro fundido, procurando no desdecir con las singulares farolas que les acompañan, mientras otros, de manera artística, describen el arco que trazan las plazuelas donde se ubican.

En el punto del jardín al que podríamos considerar su centro de simetría se yergue desde 1922 el monumento a Claudio López Brú, segundo Marqués de Comillas, como “Homenaje al constante propagandista de la unión hispanoamericana”, según reza en la laudatoria placa esculpida en mármol. Al busto del que fuera presidente de la Compañía Trasatlántica Española le acompañan otras referencias alegóricas a esta unión entre España y las que un día fueron sus colonias, que el escultor barcelonés Antonio Parera y Saurina plasmó en el conjunto escultórico.

En la década de los ochenta se comenzaron a erigir, a lo largo de este jardín, bustos de personajes notables, la mayoría de ellos latinoamericanos, de los que destacaríamos al poeta nicaragüense Rubén Darío; al político y poeta cubano, creador del Partido Revolucionario y organizador de la Guerra del 95 contra el ejercito colonial español, José Martí; y al también político y militar Juan Pablo Duarte, considerado uno de los Padres Fundadores de la República Dominicana, y que como curiosidad cabe destacar que fue hijo de Juan José Duarte Rodríguez, gaditano, nacido en el bellísimo pueblo de Vejer de la Frontera.

Y para terminar nuestro paseo os invitamos a visitar la Iglesia del Carmen (1762),  que se nos muestra frente al ya  mencionado baluarte, con fachada coronada  por dos peculiares  espadañas donde su barroco, al igual que los cantes flamencos de ida y vuelta, toma aires coloniales a su retorno de tierras americanas.

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Fuentes:

alameda-apodaca-euskadizEl jardín sevillano (1900-1929). Sonsoles Nieto Barrios. Padilla Libros

Paseo botánico por la ciudad de Cádiz. Olga Arriaga, Mª del Carmen Baena, Paula Marchena, Ramón Puertas, Dolores Sosa. Quorum Editores

Juan dos García (texto e imágenes).

Obra bajo Licencia Creative Commons.

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